Mi experiencia con el Pasaporte del Café

Lo que en un principio empezó como una bitácora de comparación, terminó siendo una experiencia llena de aprendizaje, descubrimientos y amistad.

Mi experiencia con el Pasaporte del Café

Como aficionado del café, me entusiasmé pronto por la iniciativa al ver los anuncios; ya conocía de pasaportes en otras ciudades como CDMX o Guadalajara, pero la verdad no pensaba que hubiera tanta oferta para justificar algo similar en Hermosillo. 

Así que conseguí mi pasaporte el mismo día de lanzamiento: el 6 de diciembre del año pasado en Colibrí Café. Era tanta mi curiosidad que no pude dejarlo para otro día (aunque no fue hasta el 10 de diciembre que lo comencé a sellar). Recuerdo que esa misma noche seguí a todos los proyectos en redes sociales. 

¿Cuál debe ser mi enfoque?

Tengo que confesar que en un principio mi intención era clasificarlos; compararlos entre sí porque, según yo, quería descubrir cuál cafetería servía el mejor café de Hermosillo.

El primer día conseguí dos sellos. En ambos lugares pedí lo mismo: un cold brew y un espresso. Seguí haciendo este pedido en algunas otras barras, pero muy rápido cambié mi forma de continuar el trayecto... Y es que me di cuenta de que aquella forma de pensar no era la mejor aproximación al objetivo del pasaporte.

Así que le di la vuelta a la experiencia y aproveché para combinar la ruta con otro de mis hobbies, el motociclismo, y me propuse visitarlas todas en moto.

Visitando las diferentes cafeterías y conociendo a las personas detrás de las barras, descubrí que la principal diferencia entre los proyectos era conceptual, y que mucho de ello está impreso en sus bebidas de la casa, en el grano que utilizan o la manera en la que interpretan las bebidas clásicas.

Estas bebidas resaltan y ofrecen una interesante variedad de sabores con combinaciones, que, de entrada, no esperarías que complementaran o realzaran el sabor del café... Adicionalmente, los diversos métodos de preparación, tales como Aeropress, Chemex, Origami, V60 o Sifón es otra arista bastante interesante de explorar.

Las cafeterías como espacios comunitarios

Otro enfoque que inevitablemente le di a mi experiencia con el pasaportes fue el de reconocer a las cafeterías como terceros espacios, es decir, el lugar donde decides pasar tu tiempo para disfrutar o socializar. La realidad es que mi experiencia mejoró significativamente cuando mi objetivo cambió de catar y comparar, a conocer y probar.

Me fui dando cuenta de que cada barra tiene su estilo, su concepto, su mercado... Y su momento ideal para visitarlas, según su experiencia de consumo. Pues hay algunas que destacan como un espacio recreativo, de conversación, para trabajar, las hay que te permiten la tranquilidad para leer o escribir, y aquellas donde puedes disfrutar de un gran café.

Asociado a esto, el diseño de estos lugares, su distribución, mobiliario y amenidades que ofrecen hacen que el tiempo que ahí pases sea muy disfrutable. Esto me hizo apreciar la importancia del diseño para algunos conceptos como el anticafé o los que ofrecen juegos de mesa...

Los amigos en el camino

Una de las mejores cosas del pasaporte es que es una ruta flexible, es decir, tú decides si visitas la cafetería solo o acompañado. A la segunda vuelta, por así decirlo, sabrás si prefieres ir a un lugar con tu pareja o amigos un fin de semana para divertirte, o en solitario en un horario tranquilo para poder conversar con los baristas.

Entreteniendo esta idea, la verdad es que el aspecto social del pasaporte no estuvo dentro de mis primeras consideraciones, aunque fue muy grato descubrir no solo cafeterías que resonaran conmigo, sino amigos dentro de esta comunidad, con quienes gracias a este interés común fuimos coincidiendo hasta formar una gran relación. Llegué a valorar mucho este aspecto, ya que no solo terminé visitando estos lugares por las bebidas o espacios que ofrecen, sino por las personas que están detrás del proyecto y comparten su pasión.

Aun cuando conseguí todos los sellos en aproximadamente un mes, la maravillosa experiencia que tuve hizo que comenzara a frecuentar mucho estos espacios que se volvieron punto de encuentro con mis amigos. También me motivó a aprender más sobre toda la cadena de valor, desde productores hasta tostadores y baristas.

El Pasaporte del Café, en mi opinión, es un gran acierto para todos aquellos que disfrutan de esta bebida y quieren conocer su ciudad, independientemente de su nivel de conocimiento sobre el tema, porque con este librito aprenderán mucho más de lo que se imaginan...

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